El aburrimiento me remueve las entrañas
Día 24-11-03
Fase del día: Noche
Meteorología : Nublado
Meteorología anímica: Amago de depresión fugaz
Escuchando: Girls under glass - Minddiver - "Love as a symbol"
No sé que hago a estas horas escribiendo, cuando ni tengo nada que decir (como casi siempre) ni tengo realemente ganas. Se supone que estas cosas están para esto, por lo que lo utilizaré como vía de escape y soltaré lo que se me venga mi atolondrada cabezota.
Ahora me dan vueltas muchas cosas: mi No Voy Club, mañana a currar, el viernes la gloria en Granada con Fifi,... pero lo que más que está consumiento en un momento netamente aburrido como éste es la inexorable separación con mis seres queridos digamos de segundo orden: mis amigos. Quizá no estaría tan aburrido si hubiera cumplido el ritual tan repetido antaño de la visita a casa ajena (o no tan ajena, a la vista de la periodicidad casi diaria de la misma). Pero mis antiguos colegas están cada vez más lejos. Veo cómo nos separamos cada instante. Si echo la cabeza para atrás sólo veo sus espaldas. Sólo en rara ocasión consigo ver el perfil de alguno de sus rostros haciendo el ademán de mirar para atrás, como yo hago... pero ambos seguimos implacables nuestro camino, y cada vez los veo más lejos. Habrá motivos por su parte (muchos) y por qué no decirlo, por mi parte también. Nadie está libre de culpa aquí. Pero siempre emerge una sensación que lo abarca todo y diluye estos motivos como la niebla del amanecer ante el sol: la tristeza por esta situación, la pena tan grande que me invade, y esa percepción que me cuesta reconocer, por mi todavía bisoño orgullo, de echar desesperadamente de menos a esta gente. Muy buena gente, salvo excepciones. Por esas excepciones nos vemos así.
¿Lo que siento es soledad? Me gusta la soledad, siempre lo he dicho, pero la que yo busco, no la que se encuentra a la vuelta de la esquina. Porque esa es muy difícil de esquivar. Se convierte en tu sombra para amargarte muchas veces o para ser tu mejor confidente o vía de escape, explicación o elemento autocompasivo otras pocas.
¿Comunicación? ¿Se ha hablado del tema? Pocas veces. Nada. Orgullo por mi parte y dejadez por la de ellos, por no darse cuenta de que los actos de ciertas personas pueden herir sensibilidades y hacer sufrir de lo lindo. Y no sólo a mí. También a terceras personas, que es lo que más me duele. Ellos han seguido a lo suyo, no han dado la importancia que tenía en tema en su justa medida, y eso a mí me ha desquiciado. Y mi orgullo, en vez tratar de solucionar las cosas con palabras, discusiones o incluso voces, ha mantenido mi boca cerrada y mi corazón dolido. Y ahora todo parece cada vez más difícil de solucionar. Con lo fácil que es hablar, con lo fácil que es arreglar los problemas con el verbo, y lo difícil que es emprender la tarea.
Miro para atrás y al menos los sigo viendo. Lejos, pero los veo...
Fase del día: Noche
Meteorología : Nublado
Meteorología anímica: Amago de depresión fugaz
Escuchando: Girls under glass - Minddiver - "Love as a symbol"
No sé que hago a estas horas escribiendo, cuando ni tengo nada que decir (como casi siempre) ni tengo realemente ganas. Se supone que estas cosas están para esto, por lo que lo utilizaré como vía de escape y soltaré lo que se me venga mi atolondrada cabezota.
Ahora me dan vueltas muchas cosas: mi No Voy Club, mañana a currar, el viernes la gloria en Granada con Fifi,... pero lo que más que está consumiento en un momento netamente aburrido como éste es la inexorable separación con mis seres queridos digamos de segundo orden: mis amigos. Quizá no estaría tan aburrido si hubiera cumplido el ritual tan repetido antaño de la visita a casa ajena (o no tan ajena, a la vista de la periodicidad casi diaria de la misma). Pero mis antiguos colegas están cada vez más lejos. Veo cómo nos separamos cada instante. Si echo la cabeza para atrás sólo veo sus espaldas. Sólo en rara ocasión consigo ver el perfil de alguno de sus rostros haciendo el ademán de mirar para atrás, como yo hago... pero ambos seguimos implacables nuestro camino, y cada vez los veo más lejos. Habrá motivos por su parte (muchos) y por qué no decirlo, por mi parte también. Nadie está libre de culpa aquí. Pero siempre emerge una sensación que lo abarca todo y diluye estos motivos como la niebla del amanecer ante el sol: la tristeza por esta situación, la pena tan grande que me invade, y esa percepción que me cuesta reconocer, por mi todavía bisoño orgullo, de echar desesperadamente de menos a esta gente. Muy buena gente, salvo excepciones. Por esas excepciones nos vemos así.
¿Lo que siento es soledad? Me gusta la soledad, siempre lo he dicho, pero la que yo busco, no la que se encuentra a la vuelta de la esquina. Porque esa es muy difícil de esquivar. Se convierte en tu sombra para amargarte muchas veces o para ser tu mejor confidente o vía de escape, explicación o elemento autocompasivo otras pocas.
¿Comunicación? ¿Se ha hablado del tema? Pocas veces. Nada. Orgullo por mi parte y dejadez por la de ellos, por no darse cuenta de que los actos de ciertas personas pueden herir sensibilidades y hacer sufrir de lo lindo. Y no sólo a mí. También a terceras personas, que es lo que más me duele. Ellos han seguido a lo suyo, no han dado la importancia que tenía en tema en su justa medida, y eso a mí me ha desquiciado. Y mi orgullo, en vez tratar de solucionar las cosas con palabras, discusiones o incluso voces, ha mantenido mi boca cerrada y mi corazón dolido. Y ahora todo parece cada vez más difícil de solucionar. Con lo fácil que es hablar, con lo fácil que es arreglar los problemas con el verbo, y lo difícil que es emprender la tarea.
Miro para atrás y al menos los sigo viendo. Lejos, pero los veo...
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